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METALOGO Nº2 SOBRE REHABILITACION

METALOGO Nº2 SOBRE REHABILITACION

Mario Muñoz Méndez


Visitas : Volvimos, tal como les habíamos dicho.
Programa Libertad Asistida: Bienvenidos...¿qué preguntas o comentarios les han surgido en estos días?
V : Preguntas han quedado muchas, pero queremos seguir adelante. Probablemente al final de todas estas conversaciones les volveremos a preguntar sobre las dudas iniciales.
PLA : O sea, sus dudas son circulares...
V : ... es que el tema de la “epistemología de la rehabilitación” nos parece muy interesante, con esa idea nos quedamos la última vez.
PLA : Y todos tenemos epistemología, aunque no reflexionemos sobre ella. A veces nos damos cuenta, otras no. O, más bien dicho, cuando nos damos cuenta ...¡ya no podemos dejar de darnos cuenta!
V : es como aprender a leer...
PLA : o a hablar en prosa. Al respecto, en El Burgués Gentilhombre de Moliére, el nuevo rico descubre, en el contexto de su nuevo medio social, que lo que él habla se llama “prosa”. Ahí él exclama: “ ¡Estoy hablando en prosa! ¡Siempre he hablado en prosa, pero ahora hablo en prosa y lo sé”!
V : Bien, entonces conversemos en prosa. Queremos saber cómo están enfocando el trabajo con la familia y la perspectiva comunitaria o de desarrollo local. En el proyecto original de su programa vimos la importancia que ustedes le daban a ambos aspectos. ¿Eso, se mantiene o ha cambiado?
PLA : Se mantiene y ha cambiado. Cuando propusimos la necesidad de trabajar con las familias, en los principios de los noventa, se venía desarrollando en algunas instituciones del área (de rehabilitación conductual) -desde mediados de los ochenta- una experiencia de aplicación de terapia familiar con las familias de los jóvenes atendidos. Se trabajaba con un modelo teórico predominantemente estructural, que destacaba conceptos como jerarquía, poder y límites. Veíamos que el estilo de trabajo que allí se imponía -clínico, culturalmente distante de las familias atendidas- iba aparejado con una alta discontinuidad y un bajo nivel de logros o efectividad.
V : ¿Esto es lo que cambiaron en el proyecto original ?
PLA : En parte sí, y también ampliamos el sujeto de atención al individuo en su contexto primario inmediato, esto es, su familia. Lo que cambiamos fue lo que algunos llaman el “setting” y el entendimiento teórico del problema. Sacamos la intervención familiar al espacio donde habita la gente, incorporando en la comprensión las variables del contexto natural donde la interacción ocurre y se hace posible. También dejamos un poco de lado el modelo estructural para trabajar con uno más cercano al de resolución de problemas o al constructivista (o de construcción conjunta).
V : ¿Y han logrado bajar los índices de discontinuidad ?
PLA : Discontinuidad es un concepto de nosotros como observadores- rehabilitadores.
V : Volvemos a la epistemología (risas).
PLA : No salimos de la epistemología..., ¡ todas nuestras conversaciones son en prosa!
V : De acuerdo. Y ¿cómo les ha ido con esta suerte de terapia familiar fuera del espacio clínico? ¿Se rehabilitan las familias?
PLA : Ese es precisamente un punto importante a distinguir : el riesgo de pasar a una especie de familización del problema. Esto es, de trasladar la inculpación desde el sujeto al plano de hacer responsable de todo a la familia. Está muy de moda el tema, todo el mundo habla ahora de “trabajar con la familia”, como un cliché inevitable en las declaraciones de principios de ciertas instituciones. Pero hay formas y formas de hacerlo.
V : La forma varía según los sistemas, se supone. En el medio cerrado hemos escuchado de programas de acercamiento familiar, en el medio abierto de intervenciones y terapia familiar...
PLA : Pero no se explicitan las coordenadas elementales, los supuestos básicos con que se opera. Nos parece que, habitualmente, se hace de un modo un poco estereotipado, situando a la familia atendida en alguna categoría de familia (aglutinada, desligada, caótica, etc.) y operando con modelos explicativos que destacan los déficits y las carencias. Nos cuesta ver los rasgos sanos, positivos y constructivos con que las familias se han mantenido como tales. El mismo hecho de que se hable de “la familia” nos revela esta dificultad de singularizar, de aceptar la diversidad , de ver el fenómeno que tenemos delante como único y diferente, no tomándolo como el ejemplo de una clase de fenómenos o situaciones.
V : Pero, entonces, ¿con qué concepto de familia trabajan ustedes? ¿Qué es lo que ustedes consideran una familia?
PLA : En un sentido formal, sería una red de conversaciones. Decimos esto para superar entendimientos que la restringen a lazos de alianza, filiación y consaguinidad. Esta es una definición operativa, que amplía las posibilidades espacial y temporalmente. Una organización laboral también sería una red de conversaciones. Pero lo distintivo de una familia es que allí el individuo se convierte en persona, allí forma una identidad y se da la “gratuidad” como elemento constitutivo de las relaciones (no fundadas en la reciprocidad de mercado o el intercambio de equivalentes).
V : Y esta concepción de familia...¿cómo afecta o condiciona lo que ustedes hacen, en el sentido de la intervención concreta que llevan a cabo?
PLA : Cada familia es un mundo, por eso sería mejor hablar de “las familias” . Cada familia tiene una composición particular y una historia única. Cada familia ha generado y adecuado sus propias reglas y normas para funcionar, ha desarrollado un lenguaje y un entendimiento particular del mundo circundante. En definitiva, cada familia hace su propia cultura familiar, en el mismo sentido que podrían usar el concepto de cultura los antropólogos .
V : Y esto... ¿que consecuencias tiene en lo que Uds. hacen?
PLA : Que debemos enfrentar cada familia, en cierta medida, con la actitud del etnógrafo, como recién llegados a una isla desconocida en medio del Pacífico Sur (risas).
V : ¿Cuál es la actitud del etnógrafo?
PLA : Lo que el etnógrafo hace es valorar inicialmente toda la información, todo lo que pueda describir, de igual manera. No releva a priori tal o cual palabra, conducta, rito o artefacto. Su actitud inicial es de “no conocer”.
V : ¡Pero la etnografía sólo describe! La etnología compara y la antropología explica; esto según Claude Lévi-Strauss.
PLA : Lo vemos del mismo modo. Tal como lo hemos conversado con nuestros colegas antropólogos en el programa, no se trata sólo de quedarse en la etnografía familiar . También debemos construir conversaciones para el cambio, no sólo describir como si fuéramos observadores desinvolucrados, no afectando con nuestra presencia la situación observada. Pero, dejémoslo en el no saber, en el a priori de no conocer del etnógrafo.
V : Entonces, ¿cualquiera que tenga vocación y posibilidades de hacer el trabajo de rehabilitación puede intentarlo? ¿En qué quedan los años de formación académica de pre y post grado? ¿En qué quedan las teorías y modelos explicativos ? ¿En qué queda la experiencia del rehabilitador?
PLA : Bueno, creemos que todo eso sirve, por cierto. Pero no es suficiente.
V : La verdad es que quedamos descolocados con esto de enfrentar a cada familia con la actitud del “no saber” o “no conocer”. Resulta difícil imaginar que un profesional especializado, así no más, de repente, decida ¡no saber o no conocer!
PLA : Y sin embargo, pensamos que lo más complicado es partir de esta actitud. Se nos cuelan conceptos, teorías, rostros que nos evoca la memoria, inevitables imágenes de experiencias anteriores.
V : Pero hay un momento en que se deja de no conocer y se comienza a conocer. ¡Si no, sería un diagnóstico eterno!
PLA : Nosotros no hemos usado esa palabra, la verdad es que nos gusta poco. Todo nuevo burócrata, funcionario o iniciativa colectiva propone un diagnóstico para luego hacer casi nada. Estamos hablando en otra línea. El no saber es dejar suspendidos, en tanto podamos, los juicios y pre-conceptos para entender el sistema organizado de significados del otro (persona o familia). De este modo empezamos a conocer, en el sentido de establecer distinciones. Conocemos cuando, por un proceso de confrontación de semejanzas/diferencias establecemos distinciones, entendiendo que una palabra (significante) comporta un específico significado para nuestro interlocutor.
V : ¿Entonces la intervención familiar y/o rehabilitar es definir significados?
PLA : Creemos que básicamente es eso, y ver luego qué se va haciendo con ellos para buscar significados alternativos o irlos conectando de a poco. En la práctica, esto significa no dar nada por sentado en la conversación. Hay que hacer las preguntas, a veces las más obvias y por ello pasadas por alto, para ir haciendo las distinciones. Siempre me refiero a una situación en una sesión de terapia familiar donde fui observador: el padre informa satisfecho al terapeuta que ya aprendió a usar la autoridad con su hijo, tal como se le había dicho : había castigado físicamente a su hijo, de modo muy severo. El vocablo “autoridad” tenía para ambos hablantes un significado muy diverso. O el otro día, en una entrevista inicial, una madre me informa que el problema es el alcoholismo de su marido. Pude haber seguido, asumiendo que, por todo lo que sabemos, sin duda el alcoholismo es un problema. Le pregunté lo más elemental: el alcohol es un líquido determinado que entra en el organismo de su marido ¿le preocupa la salud de él? ¿qué me está queriendo decir? Fui escuchando sus explicaciones, y cómo ellas se iban relacionando entre sí. Al final, entendí que el alcoholismo era el problema, porque ella sentía que su marido bebía excesivamente por culpa de ella. Bebía porque se sentía débil frente a ella, que lo obligaba a vivir con los suegros. El alcoholismo del padre daba una enorme deriva para poder explicar la conducta del hijo.
V : Si, como parece, es necesario hilar tan fino, ¿cuánto podrá durar un proceso de rehabilitación?
PLA : No creemos que haya un tiempo estándar. Aunque, como dato ilustrativo, podemos decirles que para nosotros el peak de logros se sitúa en el intervalo entre 24 y 26 meses. Sin embargo, esto no quiere decir que un proceso no puede durar 8, 10 ó 12 meses. Hilar fino puede resultar en una sesión o no resultar nunca, pensamos. No se requiere recorrer todo el léxico o conectar todos los significados entre sí. Por ejemplo, un caso que recibimos hace algún tiempo en otro Programa , fue derivado desde el Consultorio por ser “pirómano”. La madre llegó muy angustiada. Revisamos el genograma familiar, la dinámica actual, el desempeño del niño con sus pares en la escuela, en el vecindario, etc. Hacia final de la sesión tuvimos la tincada de preguntar : ¿Sra. Ud. sabe qué es la piromanía? Ella no sabía. Desde la autoridad de un médico con delantal blanco se había proferido con gravedad un diagnóstico : pirómano. El efecto performativo de las palabras, en el contexto de un acto de habla asimétrico, había instalado un problema.
V : ¿Y qué pasó entonces? ¿Cómo se resolvió el problema?
PLA : Intentamos definir el vocablo, para luego ir contrastándolo con las conductas reales del niño, que eran tan simples como que jugando con fósforos casualmente se incendió la caja completa y alcanzó la punta de una alfombra. Ahí se comenzó a diluir el problema y la angustia de la madre volvió a sus niveles normales.
V : Bien, pero en el ejemplo este, el problema lo puso el facultativo, que desde su investidura enunció una palabra algo fuera de lugar. O sea, no se trataba de meterse en los significados de la Sra. que les consulta a ustedes, sino más bien aportar un significado para una palabra vacía...
PLA : Palabra vacía..., es una palabra llena de sugestiones. No sabemos si existen las palabras vacías, como los significados flotantes que una vez señaló Roland Barthes. No sabemos nunca qué significado -y sus variados componentes semánticos- va a aportar nuestro interlocutor a una palabra, salvo que lo conversemos. Lo que hemos querido decir con este ejemplo es que resulta muy fácil problematizar sin querer, instalar un problema donde no existe o amplificar y teñir de fatalidad inmutable un pequeño problema.
V : Bien, pero esto de los significados y de fijarse en lo que tenemos que decir es un poco, un poco...
PLA : ¡de Perogrullo!
V : ¡Claro que sí (risas)!
PLA : Cualquier terapeuta, operador social o como se llame debe cuidar su lenguaje. Es cierto, sólo que aquí lo elevamos a status de axioma teórico fundamental. Algún día les contaremos como pasó Benjamín Lee- Whorf de ser un oscuro corredor de seguros a un connotado lingüista, todavía escasamente leído.
V : Esta manera de ver de ustedes nos parece un poco, cómo decirlo...algo así como dura, un poco fatalista. Cada uno está enfrascado en lo suyo y la comunicación y la comunión parece ser a todas luces un imposible. ¿No les parece?
PLA : Si y no. La conversación y la comunión son un desafío. Y por otro lado, si uno exagera, toda teoría es bastante fatalista y contiene determinismos absolutos . Pero, al fin de cuentas, todas las teorías son sólo ideología, a la manera del pensamiento filosófico o religioso . Diría que todas las teorías son relativas, por tanto. Y la palabra “relativa” tiene la misma raíz etimológica que “relato”, es decir, no versa sobre una realidad dada o absoluta, sino entiende esta realidad como construída en el relato.
V: Mientras los escuchamos estamos comparando lo que dicen hoy día, en relación a lo que fueron los primeros artículos publicados por ustedes para comunicar el Programa . Sin duda se observan diferencias. Por ejemplo, todo lo que planteaban respecto del desarrollo local como tema u objetivo a trabajar...
PLA: De algún modo eso lo seguimos sosteniendo, sin mayor reparo. La diferencia está en decir quién se ocupa de qué y cuáles son los énfasis que corresponderían a nuestro trabajo.
V: ¿Cómo es eso?
PLA: A ver, quizá podamos hacer este dibujo de los tres círculos concéntricos que alguna vez hicimos en el pizarrón de la oficina:

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A saber, el primer círculo sería lo que debemos hacer; el segundo círculo, lo que podemos hacer y, el tercer círculo, lo que quisiéramos hacer. Posiblemente, en un momento temprano del PLA esto no lo teníamos tan claro. Hoy día sabemos que es necesario partir del primer círculo concéntrico, es decir, de lo que debemos hacer. Esto se refiere a la atención de los casos (joven en su sistema familiar) que son nuestra responsabilidad más inmediata.
V: ¿Por el sistema de subvenciones que financia casos con nombre y apellidos?
PLA: En parte sí, pues esto es un compromiso que consta en el convenio y en el proyecto mismo. Pero, sobre todo, por razones de orden técnico. No sacamos mucho con partir haciendo lo que quisiéramos, suponiendo que ello es lograr una comunidad local responsable, que se hace cargo de los problemas de sus jóvenes y que es capaz de incidir en los gobiernos locales para orientar o reorientar programas y políticas públicas. Hay una concepción de comunidad detrás de esta opción de partir desde el caso mismo...
V: y lo que “se puede” hacer ...¿a qué se refiere?
PLA: Debemos atender casos concretos, personas, familias. Pero siempre podemos hacer un poco más que eso. Es posible sumarse a otras iniciativas de redes secundarias/institucionales, o colaborar activamente en la construcción de ellas, para representar problemas y sugerir soluciones en el ámbito de las políticas y programas. Esto es distinto a decir: “queremos producir el desarrollo local en Renca o Huechuraba”. Nuestro objetivo central como Programa no es el desarrollo local, es la rehabilitación y el bienestar psico-social de los jóvenes y familias que debemos atender.
V: Pero eso es difícil de separar. Las personas y familias viven en comunidades y entornos concretos...
PLA: desde luego, pero es cuestión de énfasis y prioridades. Aunque, como decíamos, es también una cuestión técnica. En definitiva, “la comunidad” es un principio explicativo.
V: ¿Al igual que la rehabilitación?
PLA: Así lo pensamos. La comunidad no es unívoca y la misma para el habitante Zutano que para su vecino Mengano. No es la misma para el vecino pentecostal que para la señora María de la olla común. El habitante define su comunidad a partir de la construcción y actualización permanente de sus redes primarias. En este sentido, el concepto de comunidad nos sirve para explicarnos, como observadores externos, determinadas situaciones o relaciones.
V: Entonces, ¿el concepto de comunidad localizada geográfica y espacialmente no tiene sentido según ustedes?
PLA: Sí lo tiene, para materializar determinados programas sociales, como pavimentación, alumbrado público o campañas de salud. Pero el Delegado no es un activista comunitario a este nivel. Su interés será mirar la comunidad local con los ojos del habitante, con el propósito de activar las redes primarias del sujeto que, como sugería Larissa Lomnitz , son la comunidad afectiva del habitante popular urbano.
V: O sea, ¡la comunidad también es relativa!
PLA: Claro que sí, dependerá de un relato y ese relato puede ser variable según quién lo enuncie... ¿nos volveremos a ver?

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